En los meses recientes, millones de personas han estado viendo con azoro y sorpresa el surgimiento de nuevas formas de inteligencia artificial, que según los expertos van a cambiar de manera profunda a nuestras sociedades. Hay quienes señalan que se trata de un invento equiparable, por su impacto, al de la electricidad. El lanzamiento a finales del año pasado del ChatGPT y todo lo que ha traído consigo es un poderoso aviso de que el futuro nos alcanzó.
En el campo profesional de muchas empresas ya se está sintiendo el impacto del uso de algoritmos, robots, vehículos automatizados y drones guiados por la inteligencia artificial. La abogacía no está exenta de tales cambios, por lo que los abogados tendremos que buscar la actualización y el conocimiento en la materia, para poder hacer mejor nuestro trabajo y a la vez dar un buen servicio a los clientes que nos planteen asuntos relacionados o derivados del uso de la inteligencia artificial.
Aunque el impacto de los abogados y la inteligencia artificial en las tareas jurídicas será múltiple, creo que hay que considerar al menos los siguientes aspectos:
- Automatización de tareas repetitivas: La inteligencia artificial puede automatizar tareas repetitivas y tediosas, como la revisión de documentos legales (sobre todo contratos), lo que permite a los abogados dedicar más tiempo a cuestiones de mayor valor, como el diseño de las estrategias legales, la negociación con las contrapartes y la atención de audiencias.
- Investigación legal: La inteligencia artificial puede analizar grandes cantidades de información y encontrar patrones de solución de problemas que los abogados pueden pasar por alto o que tardan mucho en comprender, lo que puede ayudar en la investigación legal y en la identificación de argumentos sólidos para los casos que se están atendiendo.
- Análisis de riesgos: La inteligencia artificial puede ayudar a los abogados a analizar los riesgos y las posibilidades de éxito en un caso, lo que les permite tomar decisiones informadas sobre cómo proceder. Para los abogados que asesoran a empresas, el análisis de riesgos puede ser aplicado a esa gran área (cada vez más relevante) del “cumplimiento regulatorio”, también conocido como “compliance para empresas”.
- Asesoramiento legal: La inteligencia artificial puede proporcionar asesoramiento legal o al menos cierta orientación básica a clientes a través de chatbots y otras herramientas, lo que puede mejorar el acceso a la justicia y reducir los costos de los servicios legales. Esto plantea el dilema sobre los requerimientos de certificación profesional necesarios para ofrecer servicios jurídicos. Si un sistema de software puede dar asesoría jurídica, ¿se va a seguir requiriendo un título profesional para ejercer la abogacía en el futuro?
- Cambio en la estructura de la profesión: La inteligencia artificial también puede cambiar la estructura de la profesión legal, ya que ciertas tareas pueden ser automatizadas y algunos trabajos pueden ser reemplazados por la tecnología. Esto puede tener implicaciones para la educación legal y la formación de las futuras generaciones de abogados. Hay quienes piensan que, por ejemplo, la figura de los “jueces-robots” es pura ciencia ficción, pero lo cierto es que ya están funcionando en varios países. De hecho, los algoritmos ayudan a muchas empresas digitales a analizar e intentar resolver disputas entre sus usuarios (es de sobra conocido el caso de la empresa EBay, por citar un ejemplo muy relevante).
Para la abogacía será muy importante considerar también las cuestiones que, derivadas del uso de sistemas de inteligencia artificial, pueden afectar las tareas de aplicación de la ley y poner en riesgo algunos de nuestros derechos fundamentales. Es evidente que la capacidad de la inteligencia artificial de recolectar datos puede poner en peligro nuestra privacidad; de hecho, nuestros datos personales son una fuente de información de enorme valor para millones de empresas y no siempre se encuentran adecuadamente protegidos. Ahora ya no solamente nos tenemos que cuidar de lo que hagan las autoridades para amenazar nuestros derechos, sino que también son las empresas de tecnología las que los pueden afectar.
Lo peor que podemos hacer los abogados es negarnos a ver que una nueva era se está abriendo paso. No podemos detener el tiempo. Hay que sumarnos a estos avances, para construir la abogacía del futuro desde hoy mismo.
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