MUJERES TRABAJANDO EN EL SECTOR DE LA CONSTRUCCION.
Una operadora de Yacyretá cuenta su oficio y su trayecto en un ámbito en el que aún son muy pocas: se estima que el 5%. Luciana Sena tiene 28 años y es operadora en Aña Cuá, que es la extensión de la Central Hidroeléctrica de Yacyretá. Su trabajo es producir hormigón. No, no acarrea bolsas de cemento, ni levanta peso, pero sin dudas, hace el trabajo que hasta hace muy poco solo hacían hombres.
“Mi trabajo es frente a una PC. Consiste en el manejo de la planta de fabricación del hormigón. Yo soy la que verifica el hormigón desde el inicio hasta que llegue al laboratorio para su control de calidad. Se programa todo lo que es carga de materiales y luego la de carga a los camiones del hormigón”, explica y cuenta que estudió en una escuela técnica pero que en los primeros años solo pudo ser docente.
“Estudié en una escuela técnica. Soy maestro mayor de obra y técnica en Higiene y Seguridad. De jovencita era profesora en una escuela técnica de Ituzaingó, pero cuando me enteré que se necesitaba gente acá en Aña Cuá, me postulé y al poco tiempo me llamaron”, cuenta Luciana y confirma que no podía creerlo.
“Cuando entré y vi que la mayoría eran hombres, dije 'esto va a ser difícil'. Pero la verdad es que es un ámbito muy lindo, muy cómodo. Nunca me faltaron el respeto. Mi jefe es muy respetuoso y amable. Nunca viví una situación desagradable”, cuenta contenta con su labor actual y aliviando prejuicios.
En Aña Cuá son cuatro mujeres, solo cuatro, y Luciana está convencida de que se necesitan dos cosas fundamentales: “Por un lado, que las mujeres pierdan el miedo de estar en un ámbito así de masculino, pero también, que las empresas se pongan a pensar en que la mujer es más organizada y puede llevar adelante mejor muchas tareas y que es capaz de hacer muchísimas cosas a la par de un hombre”.
“Mi trabajo es frente a una PC. Consiste en el manejo de la planta de fabricación del hormigón. Yo soy la que verifica el hormigón desde el inicio hasta que llegue al laboratorio para su control de calidad. Se programa todo lo que es carga de materiales y luego la de carga a los camiones del hormigón”, explica y cuenta que estudió en una escuela técnica pero que en los primeros años solo pudo ser docente.
“Estudié en una escuela técnica. Soy maestro mayor de obra y técnica en Higiene y Seguridad. De jovencita era profesora en una escuela técnica de Ituzaingó, pero cuando me enteré que se necesitaba gente acá en Aña Cuá, me postulé y al poco tiempo me llamaron”, cuenta Luciana y confirma que no podía creerlo.
“Cuando entré y vi que la mayoría eran hombres, dije 'esto va a ser difícil'. Pero la verdad es que es un ámbito muy lindo, muy cómodo. Nunca me faltaron el respeto. Mi jefe es muy respetuoso y amable. Nunca viví una situación desagradable”, cuenta contenta con su labor actual y aliviando prejuicios.
En Aña Cuá son cuatro mujeres, solo cuatro, y Luciana está convencida de que se necesitan dos cosas fundamentales: “Por un lado, que las mujeres pierdan el miedo de estar en un ámbito así de masculino, pero también, que las empresas se pongan a pensar en que la mujer es más organizada y puede llevar adelante mejor muchas tareas y que es capaz de hacer muchísimas cosas a la par de un hombre”.
Trabaja de noche, no siempre, algunas veces, pero está feliz. “Con el calor de esta zona, la noche es un placer y mucho más tranquila”. También usa uniforme, el mismo que sus compañeros varones: pantalón de graffa, la camisa de “Holcim” y borcegos. Pero además, tiene que ponerse todos los elementos de seguridad como guantes, casco y protección para los ojos.
Luciana asegura que las mujeres pueden hacer bien cualquier trabajo, incluido ser operaria en Yacyretá. Sus compañeras en la obra (claro que en la oficina sí que hay muchas más), dice, hacen un gran trabajo. Y que aunque solo sean 4 mujeres en la planta hay vestuario femenino y lactarios.
“La mujer aporta orden. Nosotras somos más organizadas y hacemos más cosas al mismo tiempo sin enredarnos. Y también tenemos mejor trato. En general, los hombres en la obra chocan mucho, quieren resaltar uno sobre el otro, hacerse ver. Cuando trabajan con mujeres comienzan a charlar más, a razonar más, nosotras mejoramos el clima de trabajo”, asegura.
Luciana quiere decirles a las mujeres que se animen, que no es difícil trabajar en un ámbito masculino como el de la construcción y les dice a los hombres que practiquen el respeto y la amabilidad.
Holcim Argentina, junto a Youniversal, realizaron una investigación cuali-cuantitativa para explorar motivadores y barreras para la mayor inserción de la mujer en este sector.
El 87% de las personas encuestadas dice que es poco frecuente ver mujeres en las obras. Cuando se las ve, están en roles de mayor formación y no tanto en puestos básicos pero de mayor demanda, como el de obreros operarios.
Los roles que ocupan son en gran mayoría (92%) de arquitectas; administrativas (68%) y diseñadoras (53%).
¿Por qué sucede esto? La encuesta da algunas respuestas. Por un lado, la falta de articulación entre el Estado, las organizaciones sociales y las empresas para promover las condiciones necesarias para que las mujeres accedan a estos empleos. Lo afirma el 84% de las personas encuestadas, que también coinciden en que la representación sindical es mayormente masculina.
Claro que hay prejuicios también. Pero esto lo piensan un 80% de las mujeres y solo un 67% de los hombres. Sin dudas, para modificar esta realidad se necesita mayor capacitación, que aumente el interés de las mujeres en el sector en base a buenas propuestas y condiciones, como que haya vestuarios femeninos.
Entre los factores para modificar esta realidad se manifiesta necesario en un 83% que haya más formación y capacitación para las mujeres en las tareas técnicas que implica una obra; también aumentar el interés de las mujeres en este sector, promoviéndolo.
Casi 9 de cada 10 de las personas encuestadas cree que no es suficiente el trabajo privado y que para que esto ocurra realmente, es necesario un trabajo conjunto del Estado, las organizaciones sociales y las empresas.
Esta investigación se enmarca y es la continuidad del programa “ConstruActoras” desarrollado por Holcim y su fundación desde marzo de 2022. La iniciativa promueve la perspectiva de género en la construcción con el objetivo de poner en agenda la problemática poco visibilizada de que la mujer solo tendría una presencia de 5% dentro del rubro.
“Hay limitaciones o barreras invisibles que se asocian a la condición de ser mujeres. Por ejemplo, la maternidad. Se parte del supuesto (desmentido por las estadísticas) de que las mujeres probablemente tengan mayor nivel de ausencia porque tienen que resolver cuestiones vinculadas a las tareas de hogar y cuidado familiar. Los hijos pueden ser un motor y no una limitación. Por eso es que contemplamos ir generando mecanismos para que cuando alguna mujer deba ausentarse porque por su hijo se levantó con fiebre y lo tiene que llevar al médico o participa de un acto escolar haya procedimientos previamente hablados para poder cubrir ese espacio”, explica Alejandra Cabeza, Coordinadora de Mujeres en Obra, de Rosario.
Paula Rodeles, una de las directoras de Hábitat para la Humanidad Argentina, explica que hay una limitación real, basada en la falta de modelos. “Las mujeres todavía no estamos considerando el mundo de la construcción como una salida laboral porque históricamente no lo ha sido. Todavía hay mucho tabú, y mucho desconocimiento”. Habrá que seguir el ejemplo de Luciana.
MI
Si participas en el Debate tienes a disposición el cuadernillo de Riesgos laborales de UOCRA.
Te esperamos!!!
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