Luces y sombras de las aplicaciones Digitales

Luces y sombras de las aplicaciones Digitales

Autora: Romina Florencia Cabrera.

 

Las aplicaciones en el medio digital se han convertido no solo en un producto destinado al área corporativa, de política pública o estrictamente educativa, sino a la vida cotidiana.

Todos los días, abrimos nuestro teléfono y pasamos un rato leyendo los mensajes que nos llegan mediante las diferentes apps, en gran cantidad, por los datos que se procesan.

Este artículo va directamente relacionado al tema ciberseguridad. No estoy debatiendo si se pierde el tiempo leyendo información o si se ceden derechos por la comodidad, en menoscabo de la protección de datos personales.

La amenaza de la ciberdelincuencia es cada vez mayor. Hackeos de cuentas, suplantación de identidad, ciberestafas y hasta robo de información clasificada de organismos públicos y privados, ha llevado a repensar el concepto de delito y la manera de prevenirlo. Se han reforzado medidas (aunque con el auge de la Inteligencia artificial y la computación cuántica, los ciberataques son cada vez más delicados).

Los incidentes de vulnerabilidad informática van aumentando, y no solo en capacidad  de introducir códigos maliciosos, sino de engañar a las víctimas potenciales mediante técnicas de ingeniería social.

Y llegamos al punto crítico: cuando somos víctimas de estos ciberdelincuentes, ni la policía, ni la justicia, ni la compañía de teléfonos o internet pueden ayudarnos a dialogar con la aplicación afectada.

La mayoría de los negocios o actividades personales se desarrollan mediante estos sitios. Las ventajas son enormes y se aceleraron con la pandemia. Esto es algo positivo, pero el problema central es que ante un grave problema, no se puede reclamar directamente a un organismo o ente, o dialogar con la misma plataforma de una manera eficiente y eficaz.

Por ejemplo, Instragram o facebook solicitan  una serie de códigos o pasos biométricos para recuperar la cuenta en caso de pérdida por hackeo  o suspensión por violar nomas comunitarias o cualquier error informático de la misma compañía. No hay un canal directo de reclamo si el código no llega al usuario. Se pierde toda la lista de contactos y la interacción. No hay un número de teléfono serio. La página de reclamos es muy compleja y burocrática.

Ante el hackeo de whats app sucede exactamente lo mismo. El  usuario no puede acceder a sus datos y tiene que reclamar mediante un proceso muy complejo. Nadie te asegura que recuperaras tu cuenta e información. Lo mismo cuando cambias tu contraseña o compras un nuevo dispositivo y la descargas nuevamente.

Deberían aplicarse los principios de defensa del consumidor, responsabilidad corporativa de las empresas y sobre todo, de transferencia internacional de datos, ya que estas aplicaciones tienen impacto en el ámbito global. Poseer  un canal directo de trato con los clientes, para solucionar los problemas que se presentan, y permitir que la Justicia, policía o compañía de teléfonos puedan intervenir ante un ciberdelito o un problema legal o técnico de cualquier tipo.

Mejorando los servicios, la calidad de vida y la construcción de ciudadanía, es más favorable promover la democracia, la libertad y el ejercicio de los Derechos. Más dignidad humana.

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Romina Florencia Cabrera

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