PUBLICADO JUEVES 16/03/2023 EN LA COLUMNA DE MEDIACIÓN DEL DIARIO COMERCIO Y JUSTICIA (CÓRDOBA - ARGENTINA)
La mediación y los buenos tratos
Comencé a leer un libro titulado “¡Yo tengo razón, tú estás equivocado (a)!”, de Ajahn Amaro.
Forma parte de una serie de cuatro que tratan sobre los cuatro brahma-vihāras del budismo. Lo que más llamó mi atención fue la frase que le da nombre. Para el autor, ésta muestra nuestra tendencia a aferrarnos a puntos de vistas y opiniones, a pensar que yo tengo razón y vos estás equivocado, todo bien con tu opinión, pero no tenés razón. Esto ocurre ya que le damos un valor altísimo a nuestras opiniones y tendemos a considerarlas como la realidad revelada. La reflexión me llevó a preguntarme cómo trabajamos los mediadores en mediación. ¿Qué valor les damos a las opiniones -si es que le damos alguno- de las personas? ¿Cómo hacemos para validar las diferentes opiniones y realidades -agrego- que las personas traen a la mesa? La respuesta que se me viene a la cabeza son los buenos tratos.
La Declaración de Principios sobre la Tolerancia de la UNESCO, en su artículo 1, establece: “La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad, de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. (…) La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia”.
En la conferencia “Los buenos tratos y la resiliencia infantil en la prevención de los trastornos del comportamiento”, Jorge Barudy plantea la importancia de los buenos tratos en la niñez y en la adolescencia. Dice que se debe poner dentro de las prioridades de los adultos, la salud y el bienestar de los infantes.
Es indispensable que sus necesidades se vean satisfechas para poder desarrollarse y alcanzar la madurez de una manera sana y feliz. Si las personas transitaron situaciones de malos tratos en su niñez, luego, de adultos, vuelven a repetirlos, a sí mismos y a otras personas. Además, es importante prevenir los malos tratos infantiles en todos los ámbitos de la sociedad. El buen trato es la capacidad de tratar bien al otro y es posible de llevar a cabo en todas las sociedades, pero hay que fomentarlo.
La mediación es, a mi juicio, una buena práctica que incentiva los buenos tratos porque no genera violencia ni malestar, no confronta ni posiciona a una persona por sobre otra. El principio de la autocomposición toma relevancia, ya que les devuelve el poder a las personas involucradas en un conflicto para que ellas mismas decidan cómo lo resolverán, actuando el mediador sólo como un facilitador de la comunicación: escuchando activamente y haciendo que la mediación sea un lugar propicio para que las personas se puedan escuchar, comunicar y trabajar.
Hablar de personas y no de partes es un primer paso, igual el reconocimiento del otro, un “OTRO” con mayúsculas, como dice la doctora Elena García Cima de Esteve.
En este sentido, el mediador escucha activa y atentamente los relatos de los intervinientes y los toma como verdaderos, no impone uno sobre el otro ni dice quién tiene razón. Las opiniones y dichos de las personas son igualmente válidos, aun cuando sean diferentes o contradictorios.
Los buenos tratos también se promueven en la mediación cuando se recibe a los participantes de manera amistosa, con una sonrisa, saludando antes y después de cada reunión, devolviéndoles su autonomía y libertad para decidir en base a sus intereses. El encuadre a su vez establece algunas reglas de buen trato como tratarse con respeto, no insultarse, no gritar, hablar por turnos y escucharse. Entonces me surgieron varios interrogantes. Al hacer este análisis, ¿lo que hago es plasmar mi mapa personal sobre lo que creo que son los buenos tratos o en realidad se trata de un principio universal? ¿La mediación los incentiva? Para responder a mis inquietudes, interrogué a diferentes personas sin relación con la mediación para averiguar qué entendían por “buenos tratos”.
Andrés diferencia tres niveles de buenos tratos: en el primero incluye los buenos modales y lo resume en un trato civilizado; en el segundo a las acciones que muestran respeto por el otro y en tercer nivel o que él denomina como “ser agente de mediación”, lo cual significa ponderar el buen trato como un valor prioritario, y hacerlo una filosofía de vida. Laura considera que el buen trato es tratar al otro con respeto y empatía, respetándolo en todo momento, considerando su experiencia de vida, sin importar el trato que nos dé esa persona. Guillermo manifiesta que tratar bien a otro es usar un vocabulario no ofensivo, respetándolo, escuchándolo, no interrumpiendo ni gritando. Resalta la importancia de la puntualidad. Finalmente, Katja -ciudadana rusa que no habla español- comenta que los buenos tratos es decir hola y adiós, gracias y por favor.
Entonces llegué a la conclusión de que quizá mi mapa influencie mis pensamientos, pero también de que las personas no pensamos tan diferente y tenemos muchos puntos de encuentro sin importar los conocimientos que dispongamos en nuestra cultura -al menos respecto de los buenos tratos-.
Los buenos tratos son principios fundamentales que toda persona quiere que se respeten, aunque por diferentes motivos no siempre se logra, en especial cuando se generan los conflictos. Entonces, cuando las personas acuden a mediación, es en ese momento, en ese espacio de trabajo y de conversación que debemos, como mediadores, poner en práctica los buenos tratos. No importa si sabemos de mediación, si tenemos la misma cultura o si hablamos el mismo idioma; tenemos un interés común que queremos ver satisfecho. La mediación es un método que promueve e incentiva los buenos tratos, pero además puede nutrirlos. Como mediadores debemos lograr que ese interés común sea satisfecho.
(*) Escritor. Abogado. Mediador. Adscripto de Teorías del Conflicto (Facultad de Derecho – UNC). Miembro del Laboratorio RPC.
Comentarios