El entorno de aprendizaje clínico (CLE, por sus siglas en inglés) es un elemento fundamental en la educación de los residentes, abarcando tanto aspectos formales como informales del proceso educativo. Este concepto hace referencia a cómo los residentes perciben las prácticas comunes y los procedimientos en los departamentos clínicos, así como la calidad de las interacciones con sus maestros, supervisores e instituciones. Estas percepciones pueden variar notablemente entre diferentes sistemas de salud, tal como lo señalan Frenk, Feletti, Clarke, Pololi y Price. En estos entornos, las competencias, conocimientos, valores y actitudes se fortalecen a través de situaciones laborales reales. Sin embargo, no todos los entornos clínicos favorecen un aprendizaje adecuado, ya que algunos pueden no promover la integración de conocimientos teóricos y prácticos.
El CLE ha sido objeto de investigaciones y esfuerzos para su mejora en la educación médica, pues un entorno subóptimo puede impactar negativamente tanto la calidad de la atención a los pacientes como los resultados del aprendizaje. Actualmente, los sistemas de salud enfrentan limitaciones de recursos y falta de personal, lo que ha incrementado las presiones sobre los residentes y sus supervisores. Esto afecta su bienestar emocional, generando estrés, despersonalización y agotamiento, lo cual repercute en la calidad del ambiente de trabajo y aprendizaje.
Para evaluar los entornos de aprendizaje clínico, existen diversas herramientas, como la escala Dundee Ready Education Environment Measure (DREEM), validada en México para estudiantes de medicina de pregrado. Para residencias médicas, se utiliza el cuestionario Postgraduate Hospital Educational Environment Measure (PHEEM), disponible en varios idiomas. En México, un equipo de la UNAM, liderado por la Dra. Alicia Hamui Sutton, desarrolló y validó el instrumento ACA-UNAM, utilizado para evaluar una muestra de médicos residentes en un hospital.
En 1991, Lave y Wenger presentaron una teoría de aprendizaje situado, que sostiene que este es un proceso social que ocurre mediante la participación en comunidades de práctica. Al inicio, los aprendices participan de manera periférica, pero con el tiempo adquieren mayor implicación y complejidad en su aprendizaje. Engestrom, por su parte, propuso el concepto de aprendizaje expansivo, que enfatiza la participación activa y constante del aprendiz, mientras que un entorno restrictivo limita esa posibilidad.
En la formación de profesionales de la salud, el aprendizaje en entornos clínicos es indispensable. Aunque la simulación puede servir como preparación, la experiencia con pacientes reales no tiene comparación. Además, muchos sistemas de salud dependen del servicio que brindan los residentes, por lo que su retirada de estos contextos podría afectar la atención a los pacientes. Un CLE efectivo es crucial no solo para la calidad y seguridad de la atención, sino también para el bienestar del personal médico y la integración social y profesional de los residentes. Estudios en América del Norte han demostrado que la calidad del entorno de aprendizaje influye directamente en la calidad del entrenamiento recibido.
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